Se trata de un hueso que tenía vestigios de haber sido quemado, pero no se sabe si sería humano. Además, encontraron un manojo de llaves con un mechón de pelo y una tela con manchas de sangre.
El caso de Marcela López, la vecina que está desaparecida hace más de cincuenta días en Río Gallegos, sumó un nuevo capítulo en la jornada del domingo: el hallazgo de restos óseos que podrían dar un giro en la causa.
Se trata de un hueso que tiene vestigios de haber sido quemado, pero no se pudo determinar si era humano o animal. El mismo se encontró en el patio trasero de la casa de José Luis Balado, la última pareja de la mujer que es intensamente buscada por la Justicia y la Policía.
Tal como informó La Opinión Austral, la casa de Balado -ubicada en la calle Mitre, apenas a metros de la Comisaría de la Mujer- ya había sido allanada en el pasado tras una pista que había llegado a manos de la jueza Valeria López Lestón, a cargo de la instrucción de la causa.
“Marcela López está enterrada en la chacra de Balado”, indicó un papel que alguien dejó en la casa de la hermana de la mujer.
En esa oportunidad, la Policía de Santa Cruz realizó el allanamiento, pero no surgieron mayores datos, sólo encontraron la libreta sanitaria de la mujer y secuestraron los teléfonos celulares de Balado. Por esto, López Lestón no permitió un segundo procedimiento.
El jueves arribó a Río Gallegos un perito aportado por la querella, el reconocido adiestrador de perros Marcos Herrero. Él, con sus canes “Yatel” y “Kassie”, llegó a marcar la casa de Balado como uno de los lugares donde estuvo Marcela.
Herrero es conocido por haber participado junto a sus perros en casos rutilantes a nivel nacional, como el de Facundo Astudillo y Santiago Maldonado. Hechos en los que su trabajo fue fundamental para encontrar pruebas.
Para la jueza, no había motivos para volver a allanar al hombre, pese a que él decía: “Bueno, hombre, dejen pasar a los perros, no tengo nada que ocultar”, en declaraciones al móvil de exteriores de LU12 AM680, el pasado jueves.
Finalmente, hubo un acuerdo entre los abogados Jorge Trevotich (por parte de la familia) y Hugo Ortiz (representando a Balado) para que se haga una inspección ocular dentro de la morada del hombre y que los canes registraran cada rincón del terreno.
El procedimiento, del que no participó la Justicia, se hizo pasadas las tres de la tarde en la casa ubicada en la calle Mitre. La Opinión Austral pudo presenciarlo y te cuenta detalles del mismo que terminaron con un hallazgo que podría ser relevante para la causa.
Cerca de la hora antes mencionada, llegaron al lugar todos los actores de este caso. Balado y Ortiz por un lado, y por el otro, Trevotich junto a Claudia Barría, Analía Barría y Rocío González, las hijas de Marcela. Todo el registro fue filmado por una de ellas. Además llegó Marcos Herrero junto a sus canes “Yatel” y “Kassie”.
La casa de Balado es una típica riogalleguense. Con un ambiente cálido, funciona ahí además la cerrajería del hombre.
En la zona del comedor de la vivienda se juntaron todos y el perito comenzó a explicar cómo se realizaría el registro. En primer momento mostró que no tenía nada escondido entre sus pertenencias y luego comentó que le darían una muestra de la ropa de Marcela a uno de los perros.
“Esa muestra estuvo durante 24 horas en papel aluminio y había sido calentada para activar posibles aromas de la mujer”, aseveró Herrero ante los presentes que lo miraban expectantes.
El primero de los canes fue abrazado por Herrero mientras Rocío le acercaba la prenda de vestir de Marcela López. Fueron tres veces las que el can fue acercado a la ropa, luego de eso, el perito le acariciaría la cabeza y lo soltaría para que comenzara a trabajar.

Tras oler la ropa, comenzó a caminar por toda la casa y luego de unos segundos, rascó una puerta que da al patio trasero de la casa.
En este punto cabe remarcar que el terreno es bastante extenso. Detrás de la primera vivienda donde funciona la cerrajería de Balado hay tres construcciones más: un quincho de dos habitaciones, una casa de un piso y otra que parecía abandonada.
En el medio hay un objeto que, en su momento, parecía haber sido una parrilla.
Todos iban detrás del perro, viendo cómo se movía por todo el terreno, pero en dos oportunidades fue a oler un recoveco de la casa principal. Se trata de un lugar donde apenas entra una persona, y comenzó a escarbar. Allí surgió la primera “prueba”.
Las gallinas que Marcela López tenía en la casa de Balado habían sido llevadas a otro lugar para no entorpecer el trabajo de los canes.
El recoveco en cuestión es donde estaban antes y había algunas plumas por el lugar. De igual manera, el perro comenzó a olfatear y, durante unos segundos que parecieron eternos, escarbó. Herrero rápidamente le sacó la “prueba” y la mostró a los presentes.
Se trataba de un envoltorio negro, atado con liguitas. En primer término, Herrero no quiso abrirlo para no alterar la evidencia. Luego, por insistencia -incluso del mismo Balado-, la abrió. En el interior había un manojo de llaves, un mechón de pelo negro ondulado y una telita que tendría unas manchas de sangre.
El envoltorio estaba semienterrado en un recoveco de la parte externa de la vivienda
El hallazgo dejó a todos sorprendidos. El único que se mantuvo adusto fue Ortiz, con su ceño fruncido apenas intercambiaba palabras con Balado, que comenzó a mostrarse impaciente.
Luego, en la zona del patio trasero que da a otro terreno hay unas chapas. Hasta allí fue el can y luego de escarbar un poco en la tierra que estaba tapada de hojas, encontró algo: restos óseos.
Los mismos estaban con indicios de haber sido quemados. Esto nuevamente hizo que los presentes abrieran más sus ojos. Incluso intercambiaban miradas tratando de buscar una explicación. Hasta Balado se mostró sorprendido y Herrero se lo acercó para que lo viera más de cerca.
Luego de marcar varias veces el lugar, el perro intentó saltar la medianera para ir a un terreno baldío que no es propiedad de Balado. Aquel descampado está lleno de matas y algunas ramas de árbol, por lo que apenas se puede ver.
El trabajo del primer can terminó. Llegaría el turno del segundo.
Herrero lo soltó dentro de la vivienda e hizo el mismo recorrido del anterior: primero encontrando el envoltorio con las liguitas y luego trasladándose hasta la parte del patio trasero, donde estaba el resto óseo.
En el ínterin hasta la llegada del segundo can, Rocío se quedó sola en el patio. Se sentó en el suelo y puso sus manos en su cara. El único que llegó a preguntarle si necesitaba algo fue el propio Balado. “Rocío, querés que te traiga una silla, un poco de agua”, pero ella no respondió.
Luego los dos canes fueron puestos a inspeccionar el terreno juntos. Como dato, cabe remarcar que donde se encontró el hueso, ambos comenzaron a ladrar intentando pasar al terreno que estaba pasando la medianera. El trabajo de Herrero ya estaba hecho.
El procedimiento no duró más de una hora. Las hijas de Marcela buscaban con miradas entender el excelso trabajo que realizó el perito. “Yo no puedo creer, no caigo todavía”, dijo Rocío González en declaraciones a este diario tras el registro en la casa.
A partir de las novedades, Trevotich se comunicó con autoridades policiales. Una hora después, el personal de Criminalística llegó a la vivienda y procedió a secuestrar todo lo encontrado por los canes.
Lo que viene en el horizonte es la elevación del informe del trabajo que hizo Herrero y luego, que la jueza resuelva. Además, López Lestón deberá resolver si lo incautado será sometido a las pericias correspondientes para determinar si son restos humanos o animales.
“Indefectiblemente, habría un giro en la causa”, pronosticó Trevotich en torno a lo que se viene, asimismo cargó contra la jueza y el letargo: “No podías perder otro día, sin el aval de ella, avanzamos igual. Ella no me atendía”, aseveró en declaraciones a este diario tras el procedimiento.
“Juegan con la necesidad de la gente, la familia de Marcela López está desesperada. La secretaria de la jueza me dijo que a ese domicilio ya lo habían allanado. Parece una burla. Al perito la jueza lo llamó en pleno seguimiento de rastros diciéndole que era un circo porque recorrió muchas cuadras. Menos mal que no cortamos, porque hicimos unas cuadras más y los perros indicaron un domicilio y de ahí no se movían”, aseveró el letrado, cargando contra López Lestón y el trabajo en la casa de Balado.
Con el hallazgo del resto óseo y del envoltorio, que es por demás sospechoso, se abre una nueva línea investigativa en torno a la desaparición de la mujer que hace más de cincuenta días es esperada por sus cuatro hijos y seis nietos.
La hipótesis de la jueza es que la mujer habría tomado la drástica decisión de quitarse la vida arrojándose a las gélidas aguas de la costanera, pero esto no le cierra a la familia de la mujer, por lo que continúa trabajando en cualquier otra teoría que surja.
La Opinión Austral